La Vida

viernes, 10 de julio de 2009

Del Jardín del Profeta


Me gusta cuando limpio mi casa, hacerlo en calma, disfrutando... sobre todo cuando le toca el turno a las librerías; si tengo tiempo, me detengo a leer alguno de los libros que en ese momento me llama la atención, lo abro al azar, y si me interesa, me siento en el suelo y leo una página de aquí, otra de allá, de este, o de aquel otro libro que hace tiempo he leído y ahora se me antoja totalmente novedoso o le encuentro otro sentido a su lectura.


Hace un par de días, le tocó el turno a un pequeño librito de un poeta y escritor que me gusta muchísimo. Son pequeños libros de sabiduría, pequeños en tamaño, claro. Hablo del libro El Jardín del Profeta de Khalil Gibran. Cuando abrí el librito, este pasaje me tocó de un modo especial, así que decido compartirlo... ¡vayan ustedes a saber por qué!


...Y comieron y bebieron y quedaron satisfechos. Y al final habló Almustafa con voz poderosa, profunda como el mar y con la plenitud de la marea bajo la luna, y dijo:

"Camaradas, compañeros míos de viaje, tenemos que partir hoy. Largo tiempo hemos escalado las más escarpadas montañas, y hemos afrontado las tormentas. Hemos conocido el hambre, pero nos hemos sentado también a la mesa de banquetes nupciales. A menudo nos hemos encontrado desnudos, mas también hemos llevado vestimenta regia. Hemos viajado realmente lejos, pero hora partimos. Juntos debéis seguir vuestro camino, y yo, solo, tengo que seguir el mío.

"Y aunque los mares y las vastas tierras nos separen, compañeros seguiremos siendo en nuestro viaje a la Montaña Santa.

"Pero antes que tomemos los caminos separados, quiero daros la vendimia y la cosecha de mi corazón:

"Haced vuestro camino cantando, mas sea breve cada canto, pues sólo los cantos que mueran jóvenes en vuestros labios podrán vivir en los corazones humanos.

"La verdad amable, decidla en pocas palabras; pero no una verdad desagradable, ni en muchas ni en pocas palabras. A la doncella cuyo pelo brilla al sol decidle que es hija de la mañana. Pero si veis al ciego, no le digáis que es uno con la noche.

"Escuchad al flautista con los mismos oídos que a Abril, pero si oís hablar al crítico y al que busca los defectos, permaneced sordos como vuestros propios huesos y tan distantes como vuestra imaginación.

"Compañeros y amados míos, en el camino encontraréis hombres con pezuñas; dadle vuestras alas. Y hombres con cuernos; dadles coronas de laurel. Y hombres con garras; dadles pétalos por dedos. Y hombres de lengua bífida; dadles palabras de miel.

"Sí, encontraréis a esos hombres y a otros; encontraréis que el cojo vende muletas; y que el ciego vende espejos. Y os encontraréis al rico mendigando a la puerta del Templo.

"Al cojo dadle vuesra rapidez, y al ciego, vuestra visión; y procurad dar algo de vosotros a los ricos pordioseros; ellos son entre todos los más necesitados, pues ciertamente nadie tenderá la mano en busca de limosna a menos que sea pobre de verdad, por más posesiones que tenga.

"Camaradas y amigo míos, en nombre de nuestro amor, os digo que seáis innumerables caminos que se entrecrucen en el desierto, por donde vayan los leones y los conejos, y también los lobos y los corderos.

"Y recordad lo que os digo: no os enseño a dar, sino recibir, no a denegar, sino a cumplir; y no a producir, sino a comprender, con la sonrisa en los labios.

"No os enseño el silencio, antes bien os enseño a un canto no demasiado fuerte.

"Os enseño vuestro sí más vasto, que contiene a todos los hombres".


Y se alzó de la mesa y salió derecho al Jardín y caminó a la sombra de los cipreses cuando caía el día. Y ellos lo seguían, a poca distancia, pues tenían triste el corazón, y la lengua pegada al cielo de la boca.


Sólo Karima, tras haber recogido la mesa, se acercó a él y dijo: "Maestro, te pido que me dejes preparar comida para mañana y para tu viaje".


Y él la miró con ojos que veían mundos distintos a este, y dijo: "Hermana mía y amada mía, eso está ya hecho, incluso desde el comienzo del tiempo. El alimento y la bebida están preparados para el mañana, incluso para nuestro ayer y nuestro hoy.


"Yo me voy, pero si me voy con una verdad que todavía no haya proferido, esa misma verdad me buscará de nuevo y me recogerá, aunque mis elementos se encuentren esparcidos a través de los silencios de la eternidad, y de nuevo vendré a vosotros con una voz de nuevo nacida del corazón de aquellos silencios ilimitados.


"Y si hubiese algo de belleza que no os haya declarado, de nuevo sería yo llamado, sí, incluso por mi propio nombre, Almustafa, y yo os haría un signo, para que supieseis que había regresado para decir todo lo que falta, pues Dios no soportará permanecer oculto al hombre, ni resistirá Su palabra permanecer cubierta en el abismo del corazón del hombre.


"Viviré después de la muerte, y cantaré en vuestros oídos

Incluso después de que la vasta ola me

lleve de vuelta

Al vasto seno profundo del mar.

Me sentaré a vuestra mesa aunque no

tenga cuerpo,

Y os acompañaré a vuestros campos, espí-

ritu invisible.

Vendré a vosotros en vuestros hogares,

visitante inesperado.

La muerte cambia tan sólo las máscaras

que cubren nuestro rostro.

El leñador seguirá siendo leñador,

Y el labrador, labrador,

Y el que entona su canto al viento lo

cantará también a las esferas en movimiento".


Y estaban los discípulos tan quietos como las piedras, acongojado el corazón por lo que él había dicho: "Me voy". Pero ninguno tendió la mano para que el Maestro se quedase, ni fue ninguno tras sus pasos.


Y salió Almustafa del Jardín de su madre, y sus pies iban veloces, y eran silenciosos; y en un momento, como una hoja llevada por un fuerte viento, se hubo alejado de ellos, y ellos vieron como una luz pálida que subía a las alturas.


Y caminaron los nueve de vuelta al camino. Pero la mujer permaneció de pie mientras caía la noche, y vio que la luz y el crepúsculo se hacían uno; y se confortó de su desolación y de su soledad con estas palabras: "Yo me voy, pero si me voy con una verdad que todavía no haya proferido, esa misma verdad me buscará de nuevo y me recogerá, y de nuevo vendré a vosotros".

4 comentarios:

Anónimo dijo...

las reminiscencias del evangelio son muchísimas

me encanta esto: El alimento y la bebida están preparados para el mañana, incluso para nuestro ayer y nuestro hoy.

yo quiero y tengo esa misma fe

un abrazo

Silvia García dijo...

María, que decirte, por algo te pusiste a leer de nuevo este libro, alguien lo puso en tus manos.
Hermoso, como todo lo de Kalil, también Luci publico algo de él.

A mi me queda resonando el tema del dar, Dar.

"procurad dar algo de vosotros a los ricos pordioseros; ellos son entre todos los más necesitados, pues ciertamente nadie tenderá la mano en busca de limosna a menos que sea pobre de verdad, por más posesiones que tenga."

Abrazos desde el alma

Silvia

yeni dijo...

es precioso... y profundo....
un abrazo Maria

thot dijo...

María, precioso relato lleno de enseñanza.
Un besazo.