La Vida

miércoles, 13 de enero de 2010

ME DOY PERMISO PARA...






Me doy permiso no sólo para
perdonar a otras personas
sino también -y especialmente-
para sentir que soy perdonado
y para perdonarme yo mismo
mis equivocaciones.

Todos cometemos errores
infinidad de veces y,
en muchas ocasiones,
nos cuesta aceptar que los otros
ya no tienen en cuenta
nuestro error pasado
y que lo pasado, pasado está.

No nos permitimos aceptar
el perdón porque de esa forma
continuamos automartirizándonos
y dándonos importancia:
es una forma de hinchar nuestro ego
que nos cuesta realmente cara
ya que el autoodio y el autodesprecio
nos minan la salud, la energía,
la autoestima.
El autodesprecio boicotea
nuestras mejores posibilidades.

Decido relativizar
las cosas y las situaciones,
aceptarme como un ser no perfecto
y aceptar a los otros
con sus imperfecciones.
Perdono y olvido
-me quito cargas de encima-
y acepto el perdón
y el olvido de los otros
respecto a mis errores.

Dado el ideal de perfección en el que
fuimos educados, y dada la
imposibilidad de cualquier ser humano
para alcanzar un ideal tan exigente,
no existe un anhelo mayor
-más circulante en nuestras arterias
y más instalado en nuestros huesos-
que el de perdonar y ser perdonados.

Cuando mantenemos el resentimiento,
¿a quién estamos negando
el perdón realmente?
¡a nosotros mismos!
Es a nosotros a quien
no perdonamos porque no somos
capaces de asumir que, en algún
momento de nuestra vida, no fuimos
suficientemente fuertes o inteligentes
para impedir que nos hicieran daño.
Estamos irritados contra
nosotros mismos.
En consecuencia: perdonar
es sobre todo perdonarnos.

Aceptar el perdón y entregarlo
es aligerarnos la vida,
dejar de autoamargarnos
y autoreprocharnos;
es aceptar que todos
-¡también nosotros!-
merecemos una, dos, tres, cien
oportunidades más.


¿Perdón?: para todos.
Para mí, para ti compañero
o compañera de humanidad
que has coincidido conmigo
en este tiempo y en este
espacio del cosmos.
No más condenas.

(Joaquín Argente) de su libro "Me doy permiso para..."
Foto: Segovia, Mayo 2009

8 comentarios:

Rafael Humberto Lizarazo Goyeneche dijo...

Hola, Maria:

Todo está en el amor: Cuando el corazón siente amor, así mismo, brinda el perdón, lo cual no es más que nuestra propia liberación de amarguras y rencores.

Lo sé, pues lo he vivido,

Abrazos.

Unknown dijo...

Me encanta... es un texto.. con el que me identifico, casi en su totalidad, perdonar... es complejo y supone tener un cerebro evolucionado y entender que nadie es perfecto, ni mucho menos nosotros mismos.

Y empezar perdonandonos a nosotros mismos.

Me rio María por que a veces, para mis adentros, me digo:

"Altaír, perdonaté la vida"...

...y respiro profundamente, para echar fuera de mi a esa "reprochona" que intenta colarse... de dentro hacia dentro y de dentro hacia fuera..

... Me gusta María, tu tambien tienes como dicen en mi pueblo "buen pelo"... buena raza..

... Un abrazo muy fuerte sintiendo de alguna manera tu fortaleza interna que se transmite.

Delia dijo...

Hola María:

Cuando nos damos cuenta del sufrimiento que nos causó andar por la vida con todo ese peso de la "perfección", cuando vemos que se trata sólo de un invento de la mente; que ya somos Todo, entonces ya no hay necesidad de llegar a...nada y tampoco de perdonar porque no hay nada que alcanzar y no hay ofensas ni errores. Lo que llamamos perdón se disuelve en el amor.

Un abrazo.

Gizela dijo...

Perdonar y perdonarme...
Algo que he aprendido en los caminos ya recorridos.
Justo hoy escribía eso, en un correo privado, respuesta a una aparición del pasado.
No cargo con rencores, ni con culpas.
Ya tengo bastante con la presión de la vida, para aplastarme, con lo que nada resuelve.
Besotesss
Espero estés bien, el vendaval,se ve terrible por T.V

SÓLO EL AMOR ES REAL dijo...

Bravo!!!!!!!!!

No lo has podido decir mejor

Gracias!!

Isaac

azul dijo...

Hola María

Mil gracias por tus posts y por tus palabras dejadas en mi blog.

"es aceptar que todos
-¡también nosotros!-
merecemos una, dos, tres, cien
oportunidades más".

Feliz semana y un abrazo muy fuerte desde el alma.

Carla. dijo...

Hola!
Un abrazo...y coincido. El amor sería un motor para darnos alas (permitirnos) seguir adelante.
Algún día iré a Pontevedra, allá están las raíces de mis chiquitos.
Bicos

A dijo...

Me encanta, María. Gracias por la referencia, y por tu visita.
Un abrazo.