La Vida

viernes, 10 de abril de 2009

GUS, SU HISTORIA y LA NUESTRA




Hace unos años, en los noventa, solíamos pasar los veranos en una casa en la playa.
La casa era grande, con una super terraza sobre el mar y rodeada de pinos. El lugar era tranquilo, pero la casa siempre estaba llena de gente.

Aunque nosotros éramos cuatro, durante el verano la familia aumentaba; a diario fijos a comer, nueve, a dormir, ocho, a merendar y cenar... ni se sabe! Las cenas en la terraza sobre el mar, eran una delicia, y eso atraía. Los fines de semana las visitas aumentaban considerablemente, fueron años felices.

Una tarde de esos veranos, pareció Gus, el perro más grande que yo, nosotros, habíamos visto jamás en nuestras vidas. Dijeron que era un Mastín, pero parecer, parecía una enorme vaca, en eso, hubo acuerdo.

Gus (yo le puse ése nombre), apareció al pié de la gran escalera de piedra que daba acceso a la casa; sucio, hambriento, jadeante de sed, (según dijo mi marido), agotado y tristeza en la mirada.

Al ser desconocido y por su tamaño, nos daba miedo acercarnos, así que pasábamos de refilón preguntándonos de quien sería aquel "mastodonte", y deseando se fuese cuanto antes, pero al cabo de unas horas, seguía allí.

A mi marido le encantan los animales, no les tiene miedo, los ama; así que se acercó a él, le habló, le dio de beber y algo de comer, pensando que andaba el pobre algo despistado y cansado.

Nos fuimos a dormir dando por hecho que a la mañana siguiente habría seguido su camino, pero... oh sorpresa! amaneció, y allí seguía el gran Gus. Mi marido y los niños, entusiasmados, y yo... bueno, no tanto. Esa inmensidad de perro aunque sólo fuese por el tamaño de su cabeza y su "mugre", imponía, si.

A lo largo del día el perro se fue confiando y subió la escalera hasta la puerta de entrada, allí se instaló y comenzó a mostrar su gratitud guardando la entrada. Nadie se atrevía a pasar, era grande de tamaño y profundo ladrido, pero comprobamos que era noble y nada agresivo.

A los tres días en vista de que no se iba, y comprobada su docilidad, decidimos bañarlo, y luego de consultar con un veterinario, desparasitarlo; por el bien del animal, de los niños y de todos.

De aquel baño, nos acordamos todos, sacamos fotos; mi marido y mi hijo, con guantes y manguera a la faena, y todos los de la casa y visitas, observando el espectáculo... fue divertido.

Pasaron los días y Gus se iba reponiendo, recobrando fuerzas y alegría, ya era uno más de la familia.

A la semana y media más o menos, una mañana Gus ya no estaba. Le llamamos por si andaba cerca, los niños le buscaron, pero Gus se había ido por el mismo camino que había aparecido, sin más. Todos dimos por sentado que volvió a su hogar.
Aunque le habíamos tomado cariño, nos sentimos satisfechos , le ayudamos, le atendimos en sus necesidades, le dimos amor; y él nos dio sorpresas, algarabía, alegría, protección, fidelidad y también amor... el intercambio fue justo, y como un ser libre que era, prosiguió su camino. Lo recordamos siempre con cariño y agradecimiento.
A menudo acude a mi mente ese episodio en nuestras vidas, reflexiono sobre ello, se que nada es casual, que todo evento es una oportunidad para aprender.
Hoy sé que lo vivido con Gus, me dice que debo mantener las puertas de mi corazón y mi hogar como siempre abiertas y dispuestas a acoger al que llega. En la medida de nuestras posibilidades, atender y cubrir sus necesidades, ya sean de tipo material, emocional o espiritual; que debemos compartir lo que tenemos, a veces son risas, alegrías, cafecitos, oídos para escuchar, bocadillos, una mesa sencilla pero amorosa, ratos agradables... pero otras veces, tenemos lágrimas, penas, enfados, problemas, tristezas... y cómo no, un lecho y un techo donde descansar.

Lo vivido con Gus, me recuerda que las personas que llegan a nosotros, son seres libres también, y que cuando sus necesidades estén satisfechas, se irán, seguro que se irán y no estará mal.

Esa experiencia con Gus, me dice, que a nada ni a nadie nos debemos aferrar, que todo está bien, y que aunque a veces duela, debemos dejarles marchar...

Gus me recuerda que es hermoso dar sin nada a cambio esperar... que los momentos vividos, nadie nos los puede arrebatar, y que como nada esperas, todo libremente lo das; que no hay mayor satisfacción que la de darse en el dar.

Y que como Gus en nuestra vida, muchos vienen y se van...
Fotos: (Gus y el baño)

5 comentarios:

Patricia dijo...

Que tierna historia la de Gus, y la conclusion es una verdad que la vida nos ensenha de una u otra manera. Todo es transitorio, todo. Mientras menos apegos tengamos sufrimos menos y mantenemos un balance deseado.
Felices pascuas amiga, feliz fin de semana con los tuyos y tu esposo que segun leo se ve tan tierno con los animales,
un beso,

Silvia García dijo...

Querida María
Que bonita historia, dulce tierna y triste a la vez, como nos cuestan los apegos no?
Como dice Patricia, todo es transitorio.
Cuanto menos sufriríamos si pudiéramos sentir que todo es transitorio, del hoy, y que no sabemos que puede pasar mañana.
Debido a la edad que tengo, y a la que tenía cuando conocí a mi pareja, casi cuatro años atrás, es en ella donde más trato de aplicar esto, vivirla, disfrutarla hoy,ahora, mañana no sabemos.
Te dejo un gran abrazo y que pases con tu familia una hermosa Pacua

Lorena dijo...

Qué preciosa historia!

Seguramente os dolió que Gus se marchara (supongo que especialmente a tus hijos, que probablemente habrían trabado una gran amistad con el animalito), pero al menos sirvió para dejar en el aire esa valiosa lección: que nada permanece, y que lo importante del tiempo vivdo con alguien no es cuán largo sea, sino lo intenso que lo viváis, ¿no?

Un beso muy grande, María.

Lorena.

Patricia López dijo...

María querida, cada vez que entro en tu espacio me desbordan la paz y la dulzura.
Y también la sabiduría que expresás en cada una de tus reflexiones. Nos has dejado una preciosa historia.

Me voy con una sonrisa pero volveré, aunque esté un tanto desconectada.
Te siento amiga en mi corazón.

Un beso muy grande y felices Pascuas!

thot dijo...

Nuevamente una gran leccion. :)
Me ha emocionado por lo que personalmente estoy viviendo.
Muchas gracias por tus historias por por estar siempre ahi.

Un besazo.